Cuando ustedes vean la obra que durante la Gran Primavera de 2018 mantiene ocupado al pintor algecireño Nicolás Vázquez, se enfrentarán a unos cuadros que deben mucho a los más objetivos artista del siglo XX. En esta penúltima parada de su gran excursión artística por la existencia, NV presenta un gran trabajo geométrico en el que retoma el discurso de aquellos viejos holandeses, suizos y alemanes que reivindicaban la eficaz idea de que las líneas y los colores son una realidad con idéntico peso específico que las tortugas o los manteles de plástico. Cuadros hermosamente estáticos, de superficie limpia y manufacturados con un pulso que sería capaz de repetir el famoso círculo de Giotto. Imagino estos lienzos en una galería de paredes blancas como si fueran señores dogmáticos que hablan con educación sobre asuntos mundanos.
Seguro que funcionarán de maravilla. Pero yo me quedo con la visión estática de los cuadros en el estudio de NV, uno de los lugares más apasionantes que se pueden encontrar en la vieja Algeciras. Como en otros estudios de pintores hay materiales variados, obras terminadas, obras en proceso, gatos, etc. Pero la diferencia con los demás es que alguien sin la fuerza mental de NV sería incapaz de desarrollar su trabajo en semejante lugar, un apoteósico caos de colores y figuras: paredes, ventanas, puertas y muebles adornados con millones de salpicaduras, mensaje escritos a carboncillo, hombrecillos azules un poco fauvistas, fotografías variadas… Y colores, sobre todo colores, docenas de colores que ladran a todo el que entra.